miércoles, 26 de septiembre de 2012

Venezuela, El Flaco, El Próximo Buda y el Nuevo Carro POR KAREN BARRAT

El del octuplo sendero Con permiso de los lectores de habla hispana que nos leen y que se encuentran por otros lares, hoy quiero dedicar esta reflexión a los venezolanos y para ser mas especifica, y de nuevo con todo respeto El peregrino de los senderos y caminos los de diferente ideología política, a los venezolanos afectos a la oposición. Mucho se ha dicho y se dirá las próximas elecciones. Los diferentes oráculos han pedido calma en la confusión, esperanza en la hora obscura, paz como bandera ante los gritos de guerra. Sinceramente espero que muchos estén escuchando los consejos de los oráculos, pero hoy quiero tratar algo diferente. Quiero hablar del Flaco y la Venezuela que muchos de la oposición esperan ver. Es entendible que para una gran parte de la población, el Flaco sea símbolo de esperanza. El representa la voz y la visión que muchos sienten se les ha sido negada y denigrada en los últimos tiempos. Cónsono con la forma de ser del venezolano, pues él es El Flaco, El Presidente, el Camino. El problema es si lo convierten en algo más: el salvador, el mesías, el único que puede arreglar los problemas. Ese ha sido el talón de Aquiles de muchos venezolanos desde la época de la independencia: poner toda la responsabilidad en manos de pocos y esperar a que los guíen, les construyan, les den. El monje budista Thich Nhat Hanh escribió una vez: “el próxima Buda no tomará la forma de un individuo, sino la forma de una comunidad. Una comunidad que practique la compresión y la bondad amorosa. Una comunidad que lleve una vida consciente.” El próximo mesías político de Venezuela ha de ser como el próximo Buda: todos, juntos, actuando como un uno para el bien común. Creer que el Flaco solito, o como mucho, con el apoyo de la cohorte política que lo rodea puede arreglar los problemas por los que atraviesa el país, es creer que el Niño Jesús pone juguetes sobre zapatos en Navidad. Es el ideal, la simbología, la inspiración que da la imagen de Jesús lo que hace que los papás ahorren, se peleen en tiendas para conseguir la mejor oferta y se conviertan en estrategas para esconder los juguetes en donde los chicos no los encuentren. El Flaco Presidente va a necesitar mucho más apoyo que tu voto el siete de octubre. Va a necesitar que tú, independientemente de tu constitución física, te conviertas en el Flaco de tu comunidad. Cuando el Flaco habla de crear puentes y de reconciliaciones, es un llamado para que tú, en tu medida y alcance, crees puentes y abras la puerta a la reconciliación. Cuando habla de educación, salud, seguridad, te está diciendo, que como parte del Flaco colectivo, debes encontrar la manera práctica de contribuir, ya sea de forma de voluntariado, creando clubs y asaciones, ofreciendo talleres a precios razonables, e incluso gratis, trabajando de forma práctica y directa con tu comunidad, para llevar la visión por la que estas votando, a la realidad. Cuando el Flaco le dice a “no” a la corrupción, te está invitando a un contrato moral para que tú dejes atrás la famosa “viveza criolla” y hagas tu cola, pagues los impuestos a tiempo, no des ni recibas dinero de bajo de mesa y denuncies la corrupción, grande o pequeña que conozcas. Pero el ser parte del Flaco Colectivo también implica no aceptar ni seguir ciegamente lo que dice el líder. Implica tener el valor de quitarse el bozal de arepa, de arriesgar una relación económica o política ventajosa y, como Nigel en Harry Potter, enfrentarte a tus amigos si lo consideras necesario. La otra gran misión del Flaco Colectivo, es poner en orden las prioridades. Hace poco leí en Facebook alguien llamando a votar por el Flaco, para que así regresen las grandes transnacionales y la calle este llena de carros nuevos. Esa es, en mi opinión, una idea anticuada y hasta banal. El mundo ha cambiado en los últimos 14 años. Las transnacionales han demostrado que su lealtad es a los accionistas, no a las personas que trabajan para ellos y si bien es cierto que es bueno tener socios extranjeros, también es cierto que para que esa sociedad funcione hay que estar en igual grado de condiciones. El Flaco Colectivo debe trabajar duro para recuperar la independencia económica del país; para ser productores y no importadores; para crear productos de calidad propios que sirvan a los venezolanos y luego a los demás. Esta recuperación abre las puertas a implementación de métodos que caminen con la visión del siglo 21: que permitan un buen balance entre la ganancia, la ecología y la justicia social, que miren hacia las necesidades futuras mientras se centran en el presente. Una Venezuela llena de McDonald’s no es símbolo de progreso, como tampoco lo es la idea caduca de que valemos por lo que tenemos. El Flaco Colectivo tiene un gran desafío por delante: reconciliación política, justicia social, producción alimentaria, seguridad, educación, rescate de valores tradicionales e implementación de nuevos que van más de acuerdo a los tiempos, un nuevo impulso cultural que sea abierto, inclusivo y libre. Nuevos carros y televisores pantalla plana en tercera dimensión no son prioridades. Eso tiene su tiempo y vendrá. Pero el trabajo que le viene al Flaco Colectivo es arduo, pesado y promisorio. Y así como hay que preparase para futuros problemas, también hay que prepararse para el triunfo. Piensa en esa Venezuela que sueñas y que está representada en la programa de gobierno que ofrece el Flaco. Y comprométete, de manera práctica y activa a ese ideal, de mente, alma y corazón. Como el próximo Buda, haz tu parte para que tu país se una gran comunidad consciente, que practique la esfuerzo paciente, la generosidad, la bondad amorosa y la comprensión. Lo demás vendrá por añadidura

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