lunes, 25 de febrero de 2013

LA MALA CONDICIÓN DE CHÁVEZ Alfredo José Allighieri

Ante la condición de que semejante ser pase a ser vanagloriado por un pais, debo dejar que estas palabras, sea fiel reflejo de lo que fue y seguirá siendo este hijo de p... de la patria LA MALA CONDICIÓN DE CHÁVEZ Alfredo José Allighieri Ay Hugo. Te conocí personalmente por corto tiempo, pero te conocí bastante bien. ¡Qué cantidad de engaños tuyos me vienen a la memoria! Pero comentemos el principal que es tema de este escrito: Tu condición humana. Desde tu más remota existencia fuiste presa de ella. Naciste con esas características propias y encubiertas de las que hiciste gala al ser tan exclusivamente tuyas: maldad, egolatría, insensatez, mediocridad, envidia, indolencia, ignorancia, irremediables complejos, ansias de figurar a toda costa y de dominar porque simplemente eras y tenía que ser tú, tú y tú. El narcisismo y la egolatría elevados a su máximo exponente. Viniste de lo más humilde de nuestro pueblo, de donde venimos -a mucha honra- la mayoría de los ciudadanos que sacrificadamente construyeron este país que tú siempre odiaste y despreciaste como mal hijo suyo que eres. Pero he aquí también la principal diferencia. La mayoría de venezolanos nació con buena condición para lograr muchas cosas; en cambio tú naciste dañado, y dañino para todo lo que fuese bueno en él. ¡Cuán perversa, ruin e indeseable ha sido tu trayectoria como producto de esta tierra! Tú bien lo sabes, yo se que sí. Hoy, cuando te restan estrictas horas de vida al frente de nuestro destino y es momento de recapitulaciones para todos incluido tú, voy a recordarte solo algunos hechos que dan medida de cómo te comportaste con Venezuela, con tú Venezuela, defecándote en el alma de ella mientras entonabas el Alma Llanera para congraciarte con el pueblo. Naciste -tal vez justificadamente- resentido, acomplejado y perverso, y continuaste siempre así. Nunca intentaste corregirte al sentirte un imprescindible Alejandro Magno caribeño, cuando más bien resultas un impresentable Pedro Carujo. Lo traes en la sangre, herencia de aquel palurdo cuatrero y agitador apodado Maisanta, tu bisabuelo, que cuando el General Gómez se obstinó de sus dislates, lo mandó a pasar engrillado el resto de su existencia. Tú llevas esa misma tara en tus genes, y lo peor es que te jactas de ello. Aspiraste, con todo derecho, a vivir en mejores condiciones. Nada más respetable. Pero te faltó una condición primordial: ser agradecido y buena persona. Te labraste una vida llena de recovecos tramposos que te llevó de manera infiltrada e injusta a ser oficial del noble Ejército de Venezuela. En la Academia Militar lograste llegar a vendedor de chucherías, cantinero pues, cobarde paracaidista sin saltos, mediocre jugador de pelota, animador de fiestecitas, desafinado cantante y chistoso payasito en las visitas de fin de semana a los cadetes. También mediocre ductor intelectual de aquellos subalternos a los que diste tu mal ejemplo que bien asimilaron. Un auténtico cantamañanas y soplaflautas para decirlo en el más puro castizo. Muchos de tus condiscípulos y pupilos, como tú narco-malandros de uniforme, son hoy tu soporte militar y vergüenza de esa institución que aportó profesionales respetables y dignos de los que todos los venezolanos conocimos su actuar en algún momento trascendente para el país. Allí ganaste inmerecidas medallitas y ascensos hasta que fuiste desnudado crudamente en tu esencia, y detenido como conspirador y subversivo mientras tú lo desmentías llorando a mares ante tus superiores jerárquicos con absoluta cobardía. ¿Te acuerdas? ¿Verdad que fue así? Sí, así fue. Reproducciones de aquel llanto se dieron el 11-A, y varias veces más hace muy pocos días. ¿Qué te pasa Hugo? ¿Qué te duele? ¿Por qué sufres? ¿Por qué lloras tanto? “Sea varón” como te dijo un paisa muy berraco que tú bien conoces, o mejor dicho, que él bien te conoce a ti. Fuiste golpista por antonomasia, no por necesidad nacional como alegas para escudar tu delito. Engañaste a todo un país con la excusa de tu empastelado bolivarianismo robinsoniano y zamorano, mazacote que nadie entendió y mucho menos te creyó una vez en la presidencia. Te vendiste como el curalotodo, como el líder, y “al líder no se le critica ni se le corrige”, palabras tuyas… ¿Cierto Tribilín? Bien lo dijo Uslar Pietri refiriéndose a ti luego de su análisis por tus insurrectas apariciónes en aquel ya lejano febrero: “Chávez no tiene condiciones ni siquiera para ser jefe civil de algún sitio.” Es que eres así Hugo, el más puro y barato charlatán de feria de pueblo que se haya conocido. Engañas por un ratico, pero no todo el tiempo. Desde aquellas fechas has hablado públicamente más necedades que un libro de primaria por lo que en una cumbre te espetaron en la cara un, real, bien merecido, internacional e inolvidable “¿Por qué no te callas?”, y te callaron de qué manera, sin que supieras qué hacer. De todas aquellas charlatanerías y sandeces tuyas, pasarán a la historia tus “épicas narraciones” sobre “el día en que te dio diarrea”, muy interesante tema ¿no te ha vuelto a dar?; cuando llamaste “condones” a tus conciudadanos; cuando “insultaste” a presidentes extranjeros llamándolos “corruptos, degenerados, ladrones de siete suelas, borrachos y drogadictos”; cuando “despediste pitando, gesticulando y sonriendo” a los empleados petroleros; cuando “desalojaste a las mujeres e hijos” de los mismos con “tu guardia nazi-onal”; cuando contabas que “ibas con tu padre a hacer ociosidades con burras”, bestias que parecen gustarte mucho; cuando “le diste lo suyo en un Wolkswagen” a quien fue tu esposa y madre de tu hija que merecían tu mínimo respeto; cuando vociferabas “exprópiese” desde la Plaza Bolívar; cuando “maldijiste” al estado y pueblo de Israel; cuando aseguraste que “de ganar Santos en Colombia habría guerra inmediatamente”; cuando “promoviste y aupaste arbitrarias invasiones” a honestos constructores y propietarios de inmuebles; cuando insultaste a la Iglesia catalogándola como “tumor” frente a un respetuoso nuncio que te escuchaba, para luego de tu defenestración salir con un Cristo en la mano dándote golpes de pecho; cuando llamaste “plasta” a los magistrados de la Corte; y cuando aquella caballerosa aceptación tuya de “la victoria de mierda” de la oposición. ¿Te acuerdas Tribilín lo que gozaste y te reíste con todo aquello? Eso estuvo bueno, pero solamente para inflar tu desmedido ego de atrabiliario Júpiter tonante. Ahora todas esas expresiones ya forman parte de tu muy vasta y clásica antología en donde eres el indiscutido príncipe de las letras, pero de las letras soeces e inmundas. Al menos yo, no recuerdo ni siquiera que Hitler, durante la más grave confrontación de la humanidad, se hubiese expresado tan ordinariamente de sus más enconados adversarios, Churchill, De Gaulle, Stalin o Roosevelt. Tal vez tú sí, porque en tu ignorancia te lo inventas todo para ponerlo en práctica. Un “líder” que creyéndose tal actúa como azote y guapetón de barrio, y además desconoce la historia, está irremediablemente condenado a no saber de donde viene ni para donde va. No lo dudes. Fíjate lo que ha pasado contigo. En compensación por esos graciosos hechos tuyos, además nos restregaste en la cara la que un día fuera tu humilde familia, ahora viviendo en imperiales mansiones, convertida en latifundista; moviéndose en imperiales aviones, helicópteros y automóviles; alojándose en imperiales hoteles; haciendo uso de imperiales y exquisitos servicios propios de la riqueza mal habida, degustando suculentas comidas y añejísimas bebidas, acudiendo a imperiales espectáculos capitalistas como el de Madonna, mostrando impúdicos fajos de imperiales dólares en sus manos… Hasta tú andas en carros Bentley y te retratas con modelos famosas que calman tu caprichoso furor metrosexual a cambio de unos sustanciosos y adecuados centenares de miles de dólares que nunca han sido tuyos. Es decir ¡tú te vas de putas carísimas y te las pagamos nosotros los venezolanos! ¡No jodas Hugo! ¿Dónde has visto tú eso? Búscate alguien a quien puedas darle lo suyo pero callado, o hazte el amor propio en el peor de los casos… Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta; esa es una de tus frases emblemáticas. Aunque tú así lo creas ese dineral no te pertenece. Gástate tu sueldo y tus viáticos pero ¡respeta lo ajeno carajo! ¿Tus papás no te enseñaron eso desde niño? ¿No? Con razón eres así. ¡Y no hablemos de los servicios médicos para tus enfermedades que pagas con dinero robado a los nacionales del que jamás rindes cuentas! Equipos especiales costosísimos y exclusivos, médicos y clínicas especialistas en tu afección… ¡Así es tu socialismo Hugo! ¡Tú verdaderamente tienes más cara que espalda! ¡Lo mejor para ti! Y para los demás, ranchos, variadas enfermedades, miseria, inseguridad, carencias absolutas, hambre y atención médico-bodeguera de cubanos espías. ¡Que se jodan! Todo esto con 1,3 trillones de dólares de ingreso petrolero para 30 millones de habitantes. No te da ni vergüenza. Eres un perverso amoral. Por tu ignorancia y ansias de mayor poder, apartaste a los más capaces y competentes de tu lado, ni siquiera los escuchaste, y preferiste hacerlo amigablemente de la escoria, de los tramposos y de los genocidas del mundo: Fidel, Gadaffi, Husseín, Puttin, Admadineyad, Bashar Al Asad, Ortega, los Kirchner, las FARC, la ETA, y pare de contar… Ignoras que ellos solamente son amigos del dinero de Venezuela que tú les regalas a maletinazo limpio, no por benevolente solidaridad humana como predicas, sino para comprar su apoyo para instalar tu barbarie en nuestro continente, tal como pagan los que se valen de las prostitutas, que les hacen favores hasta que dejan de pagarles y se les acaba el amor. Solo te quedan horas para terminar de comprobarlo totalmente. ¿Apostamos Hugo? ¿Dónde estarán y quienes irán a ser tus nuevos mejores amiguitos cuando ya no seas nada ni nadie, cuando te repudien internacionalmente y tú, tu familia y tu banda se pasen el resto de la vida como unos parias errantes y ocultos? ¿Dónde te vas a esconder que no pueda alcanzarte la larga mano de la justicia? ¡Qué problemita el que tienes y que lógicamente carcome tus sesos y consume tu existencia! Pero de cualquier forma tu comprobada cobardía te llevará a huir del país para evadir los juicios con destino incierto y con la inmensa preocupación de que al primer reclamo policial y judicial de cualquier gobierno, desde el de Fidel hasta el último y él de primero como siempre, todos por razones económicas y de desentendimiento de probables problemas, te lanzarán al pajón y te entregarán al tribunal que haya de juzgarte junto a los tuyos diciendo que ellos no sabían nada. Aquí entre nos, para ti sería preferible seguramente, que te lleve pronto la parca con una rápida enfermedad que te haga traspasar en breve plazo los senderos insondables de la eternidad a los que tanto temes a pesar de tu bondad todavía no constatada. De no ser así podría costarte lo que a Hussein, a Gadaffi o a Mussolini. Aún no lo has expresado con claridad, pero todos notan que ya estás en esa tarea. Tanto invocaste al Demonio que ahora lo estás sintiendo llegar y no te causa gracia. ¿Verdad que es mala esa vaina Hugo? Oprimiste, vejaste y humillaste hasta el hartazgo a los venezolanos que te adversamos por ese simple hecho que jamás lograste entender. Encarcelaste, dejaste arruinados en la calle, y condenaste a muerte por homicidio o suicidio, por expresas órdenes tuyas, a inocentes adversarios de tu asquerosa y canallesca política. Dividiste al país hasta el extremo posible, en rojos y no rojos como si no fuésemos todos parte de un mismo pueblo. ¡Vaya manera de sembrar el odio que ahora estás pagando caro! Nos has costado 160.000 vidas de quienes que ya no serán padres, hijos ni hermanos de nadie, porque están muertos debido a tu insensibilidad por ellos. Si acostaras todos esos cadáveres, uno al lado de otro, abarcaría la misma distancia que de Caracas a Valencia. Ciento sesenta kilómetros o dos horas a 80 kilómetros/h. viendo tus muertos acostados a un lado. ¿Qué te parece la comparación Hugo? Eso es como lo que tu dices y cantas con el más absoluto cinismo: “Es más que amor, frenesí.” Arruinaste nuestro agro y nuestro parque industrial. Fulminaste la seguridad y la justicia. Acabaste nuestra educación, buenos modales y concordia. Mientras nuestra inflación es la más alta del mundo y no has podido controlarla con tus geniales estrategias económicas. Han transcurrido 14 años de crecimiento poblacional sin que tampoco le hayas dado al pueblo un solo hospital moderno y equipado donde aliviar sus sufrimientos corporales; es tan notorio esto que cuando a tu familia y compañeros de banda les surge cualquier padecimiento, salen en carreras a hacerse tratamientos en cualquier país extranjero. Destruiste las instituciones que nos regían como Estado. Calculaste los ingresos petroleros a $50/barril para robarte la diferencia de los otros $50 que sobran de los $100 que realmente cuestan. Pero no conforme con esto te trajiste las reservas internacionales de oro para también poder robártelas impunemente con los tuyos. ¿Cuántos lingotes de ese metal deben hoy estar en casa de tus compinches? Diste carta blanca para que tus compañeritos se robaran y malbarataran 1,3 trillones de dólares -¿cuánto será eso en bolívares antiguos?- sin mostrar una sola obra representativa luego de 14 años de tu porquería de gobierno, algo nunca visto en la historia de la humanidad. Nos asfixiaste con tus vomitivas fotografías por donde quiera que anduviéramos, fotos que hoy en día la mayoría del pueblo se pasa por el “arco de triunfo” y que cuando mucho, las que perduren, irán a parar como compañía del Negro Felipe, de las 7 Potencias y del Ánima Sola en un altar de divinidades folklóricas. Te apropiaste de todos los poderes públicos por estrictas órdenes de Fidel, ese hijo de puta mayor que siempre aspiró cogerse a Venezuela para él y que vio facilitada su labor de proxeneta con tu sumiso y meretriz proceder. Es muy grande el daño que por tu infinita maldad como hombre nos has causado. Pero déjame decirte algo con la mayor claridad Hugo: TE VAS. Más temprano que tarde. No se para dónde ni de qué manera, pero seguro estoy que TE VAS. Oye al pueblo como lo reclama y proclama a gritos. Y no tan solo eso, sino que lo harás con el repudio y la vergüenza de que serás buscado junto a tu banda de asaltantes hasta debajo de las piedras para que paguen el irreparable daño causado. No se trata de venganza. No. Se trata de mínima justicia con la sufrida Venezuela. Conozco varias personas muy serias y capaces que ya se encuentran en esa patriótica labor. Es cuestión de tiempo. Prepara tu cuerpo y tu alma, que sinceramente, no se ven muy sanitos que se diga. Como podrás ver, tristemente para ti, te preñaste a lo largo de tu vida de la mayoría de lo indeseables defectos del ser humano más de ninguna de sus virtudes. Hoy, en vísperas de tu partida, resultaría beneficioso para ti un auténtico acto de contrición y de recapacitación tuyos, que todos sabemos no harás porque simplemente estás hecho de LA PEOR CONDICIÓN que alguien pueda imaginar. Debe ser muy triste darte cuenta de ello. Debo recordarte para finalizar lo que escribió Dante Allighieri en su Divina Comedia como cartel de advertencia a las puertas del Infierno: “PIERDA TODA ESPERANZA EL QUE AQUÍ ENTRE.” En vista de tu MALA CONDICIÓN, mi consejo sincero, que se no aceptarás porque no soy Fidel, es que vayas preparando tus asunticos Hugo, porque no se trata de mamadera de gallo. La vaina es en serio

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